jueves, 27 de marzo de 2008

Carne de pollo: fuente de salud y nutrición

El viejo remedio de la abuela para las dolencias del cuerpo y las tristezas del alma era una sopa de pollo. Esta carne no solo es deliciosa, también proporciona al cuerpo los nutrientes necesarios para su adecuado crecimiento y mantenimiento.

Los nutricionistas recomiendan consumir carne de pollo por lo menos dos veces a la semana (un mínimo de 6 onzas al día) y alternarla con el consumo de carnes rojas y pescado, para que el cuerpo obtenga la cantidad suficiente y equilibrada de nutrientes.

Una de las ventajas que ofrece la carne de pollo es que es muy fácil de digerir. Ni siquiera la carne de pavo es de tan sencilla digestión. Así que, si tiene algún enfermo en casa, no dude en darle el famoso ‘caldo de pollo’ de la abuela para que se nutra sin que la comida vaya a caerle mal.

El pollo también es útil en las dietas de adelgazamiento, siempre y cuando se escojan las piezas más magras del ave. Una opción es la pechuga; mucho mejor si elimina la piel que la recubre (esta almacena una gran cantidad de grasa) y la prepara sin aceite, es decir, a la plancha o al horno.

Si no excede los 80 gramos por ración, la carne de pollo puede formar parte de la dieta de personas con hiperuricemia (ácido úrico elevado). Estos pacientes pueden incluir esta carne en su dieta pues es una de las más bajas en purina, sustancia que deben evitar, ya que eleva el ácido úrico.
El pollo, que se comenzó a domesticar hace más de 4 mil años, en Asia meridional, también proporciona al cuerpo una buena cantidad de proteínas, necesarias para un adecuado crecimiento.
Proteína, ladrillos del organismo.

Vivir ocasiona un continuo desgaste de los tejidos y es preciso repararlos. Las proteínas son las que regeneran el cuerpo. Si el organismo no recibe la proteína que necesita, la busca en los músculos, por lo que se produce una perjudicial pérdida de masa muscular. Cuando el cuerpo carece de proteína se retrasa el crecimiento de los niños y adolescentes. Los adultos sufren de flojedad muscular, fatiga y desequilibrio. Todos deben tomar proteínas pero en especial niños, adolescentes, deportistas y embarazadas.

Indispensables vitaminas del grupo B.

La carne de pollo es fuente de vitamina B3, necesaria para el cerebro, pues interviene en la síntesis de ciertos neurotransmisores como la serotonina, en parte responsable del buen humor. Además es útil en caso de esquizofrenia, psicosis y depresiones. La vitamina B9 otra de las sustancias que contiene la carne de pollo, es importante para la correcta formación de las células sanguíneas. Su presencia no solo ayuda a mantener sana la piel, sino que además colabora con la prevención de la anemia.

El cerebro necesita del fósforo.

La carne de pollo ofrece fósforo al cuerpo. Este mineral estimula y tonifica las células del cerebro, por eso incrementa la energía de este órgano. Es además un sostén del sistema nervioso y de los huesos. También lo encuentra en las manzanas y las nueces. El fósforo, junto con el calcio, es esencial para la adecuada formación de los huesos y dientes. Este mineral también es esencial para la producción de energía que se obtiene a través de los alimentos, así como para la constitución de las células.

Potasio para evitar los calambres.
El potasio es necesario para combatir la debilidad muscular y evitar la falta de energía. Este mineral, contenido en la carne de pollo, combate la insuficiencia cardíaca y la irregularidad del pulso, conocida como arritmia. Recuerde que si usted hace mucho ejercicio debe vigilar sus niveles de potasio, pues este mineral se excreta fácilmente a través del sudor. Una señal de su carencia es la presencia continua de calambres.

Hierro para oxigenar el organismo.

El pollo teine hierro mineral que interviene en el buen funcionamiento de la respiración. Se combina con proteínas para formar la hemoglobina (pigmento rojo de la sangre) y así poder transportar el oxígeno a los tejidos. Cuando el cuerpo no tiene hierro se presenta la fatiga, palidez de la piel y mucosas, palpitaciones con taquicardia, boqueras, piel seca y cabellos quebradizos, disminución de las defensas y trastornos gastrointestinales.

Fuente: Nutrar

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