martes, 27 de enero de 2009

Dieta que ayuda a combatir la hipertensión arterial

La hipertensión arterial consiste en la elevación sostenida de la tensión arterial por encima de los niveles considerados normales.
Niveles sotenidamente mayores o iguales a 140 y 90 mmHg de presión sistólica y diastólica, respectivamente, indican que la persona es hipertensa. Niveles de 130 a 139 mmHg de presión sistólica o de 80 a 89 mmHg de presión diastólica se consideran pre - hipertensivos y anuncian hipertensión en el futuro.
Existen ciertos factores que predisponen a esta dolencia. Algunos de ellos no dependen de nosotros, como la edad (la tensión arterial tiende a subir con la edad) o la herencia genética (una persona cuyos padres han sufrido de HTA tiene más posibilidades de desarrollar esa afección). Sin embargo, otros factores de riesgo como el sobrepeso sostenido, el consumo excesivo de sodio y/o de alcohol, el tabaquismo y el sedentarismo, dependen enteramente de nuestra conducta.
Para prevenir la hipertensión o favorecer el descenso de los niveles de presión arterial cuando esta dolencia ya se ha instalado, las recomendaciones básicas consisten en:
1.- Eliminar el sobrepeso.
2.- Evitar el consumo de cigarrillos.
3.- Evitar el consumo de alcohol.
4.- Aumentar progresivamente la actividad física.
5.- Modificar ciertas conductas alimentarias.

En cuanto a la alimentación, es muy importante para la persona hipertensa mantener un peso saludable y los niveles de colesterol HDL (colesterol bueno) y LDL (colesterol malo) adecuados.
Por una parte, el sobrepeso y en especial la obesidad influyen negativamente en el tratamiento de la hipertensión, aumentando progresivamente los valores tensionales. Además, la hipertensión como el sobrepeso y altos niveles de colesterol, representan riesgo cardiovascular.
Por esa razón, en primer lugar, recomendaremos una dieta pobre en grasas saturadas y colesterol y libre de grasas trans. Es conveniente reducir el consumo de carnes rojas a no más de dos veces por semana y siempre cortes magros y desgrasados. También preferir siempre el pescado, en especial los grasos (salmón, atún, trucha, caballa, etc) y el pollo desgrasado y sin piel.
En cuanto a los lácteos, su consumo es importante en esta patología ya que aportan calcio de muy buena calidad, pero debe preferirse siempre los descremados y, en el caso de los quesos, los más magros y sin sal o con bajo sodio, de acuerdo a la gravedad del cuadro.
Asimismo y en la intención de cuidar la salud de las arterias, es recomendable incluir en la dieta carbohidratos complejos ricos en fibra y con bajo índice glucémico, como cereales integrales, legumbres, frutas y verduras frescas y frutas secas.
También preferir como condimento los aceites vegetales, en especial el de oliva, las frutas secas y semillas, en cantidades adecuadas a la ingesta recomendada para mantener un peso saludable.
En cuanto a las frutas y verduras su consumo diario (por lo menos ocho porciones por día) incluyendo todos los colores posibles del arco iris, aseguran un variado aporte de antioxidantes, minerales y fitoquímicos. Es preferible consumirlas crudas, ya que la cocción destruye algunos de sus nutrientes y, en lo posible, con su piel.
Beber dos o tres litros de agua por día en distintas formas: agua mineral libre de sodio, leche descremada, caldos caseros sin sal, jugos naturales de frutas y verduras, té o tisanas, ayuda a liberarse de los líquidos retenidos y los excesos de sodio.

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